23 jul 2013

Fin de semana con sabor tailandés en Sundsvall


El domingo fue uno de esos días que no sabes qué cara ponerle al tiempo. Mirabas por la ventana y un vendaval como en los peores días de levante en Cádiz te quitaba las ganas de bajar y darle una vuelta a la ciudad. Sin embargo, en previsión de lo que se nos vendrá encima de aquí a unos meses, estamos en pleno proceso de inculcarnos esta frase: “que el tiempo no pueda con nosotros”.Y frente al frío, la nieve y un termómetro bajo cero, ¿qué es un poco de viento? A la calle pues. Nos acercamos a Norra Berget, el parque de la ciudad del que ya hablaré en otra ocasión. Allí, desde hacía tres días se celebraba el Festival de Tailandia (Thaifestivalen) y allá que fuimos a ver en qué consistía.

La primera incógnita era qué relación puede tener una ciudad como Sundsvall con Tailandia. Pues parece que alguna tiene y se remonta, ni más ni menos, a más de cien años. Según cuenta la leyenda –y el folleto turístico que me he agenciado- hace exactamente 116 años el rey del entonces llamado Siam, Chulalongkorn, apareció por estas tierras para hacer turismo invitado por el rey sueco Oscar II. Al parecer, en honor a tan ilustre visita, se construyó un pabellón tailandés para rememorarla. Con esta historia como fondo, el año pasado se celebró por primera vez en Sundsvall el Festival de Tailandia y por lo visto fue un gran éxito que contó con muchos visitantes, entre ellos el propio embajador.  

El evento consiste básicamente en organizar una especie de mercado con todo tipo de productos tailandeses, además de pequeños puestos que ofrecían desde masajes hasta cortes de pelo. Todo ello aderezado con algunas actuaciones y, sobre todo, con el espectacular escenario que lo acoge.

Norra Berget, el mal llamado parque de la ciudad es, para los que no estamos acostumbrados a estas cosas, un “bosque organizado”. De hecho, al no saber lo que nos esperaba ni dónde estaba exactamente el festival, dejamos el coche bastante lejos. Si no llego a acercarme a preguntar a un agradable matrimonio sueco, todavía estamos dando vueltas por allí. Para los curiosos que se preguntan en qué idioma: yo intento preguntar siempre en sueco (otra cosa es si entiendo las respuestas). Esta vez también lo hice y después de una conversación de varios minutos mientras el matrimonio nos acompañaba campo a través, mi medio limón me miraba anonadado preguntándose si había aprendido sueco de repente por ciencia infusa. Tuve que confesarle bajito que no, que no había entendido ni la mitad pero que el festival estaba a la izquierda y el matrimonio iba en el mismo camino. Y así descubrimos que el señor, que decía no hablar inglés pero que lo hacía mejor que nosotros, había sido taxista, un enamorado de Granada y su Alhambra y que había ido mucho a Estepona con su barco. Ahí es nada.


Por lo demás, en el parque hacía un día estupendo, no se movía una hoja, y pasamos una mañana muy entretenida.  Merece la pena aprovechar el verano sueco, mientras dure.

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