Estos crustáceos son los protagonistas
del mes de agosto sueco. No cualquier tipo de cangrejo, sino los cangrejos de
río. Y es que estos pequeños manjares son muy codiciados desde que a principios
del siglo XX se impusiera la veda de su pesca y se limitara a los meses de agosto y septiembre. Y ahora para poder cubrir la
demanda se recurre también a la importación, vienen de
China, Turquía, Estados Unidos… pero, por supuesto, los más preciados son los
suecos.
Cuando la gente se reúne en familia o
con amigos a celebrar lo que llaman el kräftfest
o kräftskivor
se sigue todo un ritual. Lo fundamental es la forma de cocinarlos, siempre en
salmuera y con eneldo; después, los
preparativos en torno a la mesa se convierten en algo festivo. De hecho los
supermercados venden todo tipo de productos especiales: servilletas, manteles,
grandes baberos y unos divertidos cucuruchos que se supone que hay que llevar
en la cabeza, siempre con los cangrejos como protagonistas. Los acompañan de queso, cerveza y chupitos de
aguardiente.
Nosotros disfrutamos de nuestro primero
kräftfest en un entorno típicamente sueco: una mesa en los exteriores de una
preciosa casa de campo, con su fuego encendido para el frío de la noche no se
dejara sentir demasiado, unas velas para alumbrarnos y, lo más importante,
buena compañía. Y los cangrejos, a los que por cierto no les pregunté su
nacionalidad, estaban deliciosos.
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