Cinco minutos en coche. Eso es
exactamente lo que hemos tardado en llegar a este espectacular lago. No descubro nada si digo que en Suecia los lagos abundan, pero tener uno al lado de casa es un privilegio que me regala Sundsvall. Es una de las cosas positivas de este lugar, aquí todo está cerca. Teniendo aún tan reciente
nuestra vida en una ciudad como Madrid nos damos cuenta de que eso es un gran lujo.
El sábado cogimos el coche para hacer una primera inspección, una ronda de
reconocimiento para ver exactamente dónde estaba y qué se hacía por allí. El
lugar superó tanto nuestras expectativas que hoy hemos vuelto. Esta vez ya
preparados: bañadores, toalla y bocadillos.
Sidsjön es un lago bastante grande a
apenas unos kilómetros del centro de la ciudad. Alrededor del perímetro del
lago hay un largo paseo donde te encuentras con gente caminando, corriendo o
mamás paseando a sus niños en la bici. La arboleda te ofrece sombra a ratos lo
que hace el paseo más agradable, sobre todo, este fin de semana que según los
periódicos ha sido el más caluroso del año. A lo largo del paseo te vas
encontrando pequeños embarcaderos donde la gente se reúne, coloca sus toallas y
echa el día con su familia o amigos. Ni que decir tiene que pillar un
embarcadero de esos es una tarea complicada y eso que esta mañana hemos ido
tempranito. Hay dos zonas de baño más amplias, donde el lago forma algo
parecido a una orilla y hace más cómodo
el baño, ideales para la gente que va con niños pequeños. Bancos de madera, merenderos y zonas de barbacoa animan también
el lago para la gente que solo quiere hacer un descanso en la caminata, hacer
un picnic o simplemente disfrutar de las vistas. Puedes ir simplemente a darle de comer a los patos
o alquilarte un kayak y recorrer el lago. Hay alternativas para todos los
gustos.
Nosotros hemos estado en un pequeño
rincón con un merendero donde también había espacio para colocar la toalla y
tomar el sol, incluso un pequeño acceso a las aguas del lago. Un sitio
tranquilo y recogido. Casi treinta grados pero con una ligera brisa, la justa
para refrescarte. Pero… la perfección no existe. Nuestro primer intento de
bañarnos en un lago no ha sido muy satisfactorio. El fondo es fangoso, del tipo que hace que los pies se
hundan a cada paso y cueste moverlos; es irregular y con grandes escalones, de
forma que te llega el agua por el tobillo y segundos después, directamente al cuello, así
que es un poco imprevisible. Y, lo más importante, lo de bañarme rodeada de
peces no lo veo. Porque resulta que en este lago también se pesca y mucho. De
hecho, según nos ha contado un señor sueco que pasaba por allí paseando a su
perro, es un sitio muy conocido por la pesca, sobre todo del salmón, el pescado
sueco por excelencia. Según nos decía, cada poco tiempo se encargan de
abastecer el lago de peces para que la gente pueda seguir pescando.
La ciudad está muy orgullosa de esta
zona y cuida mucho de este tipo de áreas recreativas, lo que le valió en 2010
que la Agencia sueca de protección del Medio Ambiente le concediera la medalla
de oro.
En invierno, Sidsjön se convierte en
punto de encuentro para disfrutar de la nieve. Tiene una pequeña colina que la
gente aprovecha para esquiar y tirarse en trineo. Patinaje sobre hielo, esquí
de fondo y, cómo no, pesca. Sí, en el hielo. Pero eso ya tendremos ocasión de
verlo más adelante. De momento me quedo con que es un lugar idílico para
pasear, incluso será mejor cuando no haga tanta calor (yo ya tengo el
termostato sueco colocado y hoy los treinta grados me han parecido demasiado).
Eso sí, para el tema del baño, me van más las playas del Báltico, el agua está
fresca pero limpia, buena arena y hay variedad para elegir. Habrá que ver si el
verano nos sigue regalando días como los de este fin de semana.
P.D. En las fotos se ven las primeras setas que he visto hasta ahora. Dicen que hay que esperar a que llueva más y avance agosto para poder ir al bosque a recogerlas. ¡Esperando estoy!Buscando mi cestita y todo ;D.
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Gracias por tus comentarios.Nos ha gustado la visita al lago Sidsjo.
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