A veces las cosas surgen y tienes que
tomar decisiones improvisadas. Eso nos pasó la semana pasada y como resultado
he hecho un viaje relámpago a España. Vuelta a casa, mucho antes de lo
previsto. Bienvenidas sean todas las improvisaciones si terminan así. Después
de una semana arropada por la familia y amigos, desconectada de Suecia, burocracia y
demás, toca volver a nuestra nueva realidad. Hay que reengancharse a los planes
y a los deberes pendientes, recargar las ilusiones y crearnos poco a poco una
nueva rutina, algo que no es tan fácil cuando estás en un país extranjero y
tienes que sortear cada día pequeños obstáculos. Probablemente el mayor problema cuando llegas a Suecia sea conseguir un sitio donde vivir porque el alquiler es bastante problemático, el desajuste entre oferta y demanda es brutal y prácticamente te hacen un casting para alquilarte un piso. Afortunadamente, vinimos con ese problema resuelto de antemano pero aún nos quedan otras muchas cosas por hacer.
Esta es mi lista de deberes para el mes
de septiembre:
-Conseguir el personnummer, el famoso
número de identificación sueco que te abre las puertas más variopintas: desde
abrir una cuenta bancaria, asistir a los cursos de sueco subvencionados por el
estado (Svenska för Invandrare), tener un teléfono de contrato o apuntarte al gimnasio de la
esquina. Es el gran objetivo de todo recién llegado. Está costando pero estamos
en ello, otro día ampliaré un poco el tema de la burocracia sueca porque da mucho de sí. A mí, de momento, me sigue quitando el sueño.
-Instalar internet en casa.
Afortunadamente este objetivo ya está conseguido. Desde hace apenas unas horas, casi dos
meses después, por fin tenemos un contrato con Telia (el Movistar sueco). Se
acabó el turnarse para utilizar el usb y por fin podemos hablar por el Skype normalmente con la familia y los amigos,
sin tener que estar pendiente de las restricciones de los megas que nos quedan.
-Estudiar sueco. Y mucho. Aunque no
pueda empezar el curso de SFI tengo que hacer el propósito de estudiar por mi
cuenta, repasar los apuntes de las poquitas clases que tuve en Madrid y recurrir a internet, que es una fuente inagotable de recursos también en este caso. Es una forma muy limitada y bastante aburrida de aprender un idioma
pero mientras no pueda ir a clase tendré que conformarme.
-Hablar más sueco. Aunque cueste, aunque
la mayoría de las veces no sepa cómo se pronuncia ni si lo que intento decir
tiene sentido. Si no te lanzas a la piscina y pierdes el pudor y la vergüenza no
habrá forma de avanzar. Hasta ahora tenía dos excusas maravillosas para no
hacerlo: primero, los suecos hablan un inglés casi perfecto y eso es estupendo
pero también muy peligroso porque te acostumbras a ir a lo fácil; segundo, sin tener un mínimo de conocimiento de una
lengua es muy difícil intentar desenvolverte en el día a día. Lo cierto, es que
nos acomodamos a recurrir al inglés y siempre decimos eso de: “cuando empecemos
las clases…” pero hay que ponerse las pilas porque aprender sueco es el paso
definitivo para conseguir el último punto de
mi lista y el más importante de cara al futuro.
-Encontrar trabajo. Suena a utopía
cuando vienes de un país que ronda una tasa de paro del 27 por ciento, pero es
el gran objetivo. Afortunadamente, en
casa contamos con el respaldo del trabajo de mi medio limón pero eso no cambia
la situación. Encontrar un trabajo es esencial para integrarte en la sociedad y
estar feliz contigo misma. Será mejor o peor, porque cuando llegas a un país
extraño no siempre puedes elegir, pero será la llave que abrirá nuevas puertas:
seguridad, nuevas amistades, avances con
el idioma, etc.
Así que hay que ponerse manos a la obra, ¡que hay mucho por hacer!
No hay comentarios:
Publicar un comentario