El pasado fin de semana hicimos nuestra primera
escapada para ir conociendo los alrededores. Nada preparado de antemano. Solo
un comentario que nos hicieron: “la zona de Njurunda es bonita”. Y como hay que fiarse de los que saben, pues allá fuimos. No nos hizo falta más: mapa en mano y la libertad de no tener ningún
itinerario marcado. La carretera E4 hacia el sur y fuimos parando en los
lugares que el mapa nos señalaba de interés, bien porque fueran zonas
naturales, de baño, pesca o porque tuvieran algún restaurante.
La primera parada fue accidental, en una zona
residencial con un pequeño lago. Y el motivo de la parada fue que nos llamó la
atención el detalle de ver gente en el lago bañándose. De hecho, después vimos algunos vecinos saliendo de
casa, toalla en mano, para ir a darse el primer bañito del día. Con sus accesos
propios para bajarse al lago y algún que otro embarcadero. En la orilla de
enfrente, una zona de juegos para niños Sí que saben los suecos, sí. No estaba
nada mal el chiringuito. Allí tomé la foto que sirvió de
bienvenida para el primer post del blog.
La segunda parada fue Juniskär. Árboles, un
pequeñísimo puerto con unas cuantas embarcaciones recreativas y una casita roja
con una gran terraza llena de flores que hacía de café. Mientras la gente
empezaba a llegar para almorzar, nosotros, que aún no nos hemos habituado al
horario de comidas sueco, pedimos un fika mientras la camarera nos preguntaba
extrañada cómo habían acabado dos españoles allí. Repetiremos aunque solo sea
por lo relajante del sitio y por probar la comida la próxima vez.
El tiempo acompañaba y nos acercamos a Bergafjärden. Y resultó
ser todo un descubrimiento. Al estar Sundsvall en la costa, en los alrededores hay muchas playas que,
sumadas a los incontables lagos que hay por aquí, se convierten en el
principal destino de los suecos en cuanto sale un rayo de sol. Después de
recorrer un sendero por pleno bosque, de repente, apareció la pequeña playa de
la foto. Allí, jóvenes, familias con sus niños y dos españoles despistados
disfrutando del verano sueco.
Después de algunos kilómetros más dimos la jornada
por terminada almorzando en el único restaurante de la pequeña aldea pesquera
de Lörudden. Unos ventanales con vistas al mar, tartar de salmón, bacalao con pastel
de queso y un helado. Y para casa. Como nuevos y con las pilas cargadas. Nos
quedó pendiente pasar un poco más de tiempo en Skatan, un pequeño y animado
pueblo de casitas rojas, con unas cuantas terrazas y tiendas. Mucha gente
coincidió con nosotros en que era una buena opción para terminar el día y no
fuimos capaces de encontrar aparcamiento. La próxima vez.
Os falto tb bañaros y probar el awita fresca jaja
ResponderEliminarLa verdad es que había bastante gente bañándose. Yo no iba preparada pero tampoco tengo claro si ya me he adaptado lo suficiente a este clima o si necesitaría un neopreno para darme el primer chapuzón ;P. Que eso del calor es muy relativo (menos en Sevilla que calor, es CALOR y punto, así, con mayúsculas y sin discusiones ;D)
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